El Autor

Aunque me encuentro lejos de considerarme un intérprete virtuoso, es a través de la composición que mis obras se han abierto camino y han encontrado un lugar muy especial en el corazón de las personas que aprecian este fascinante género musical. 

A continuación te comparto una reseña de cómo inicié mi trayectoria en la música.

Emilio Mejía Luarca - Compositor

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A la edad de siete años, recibí de regalo un pequeño teclado de juguete con el que al poco tiempo era capaz de tocar "de oído", todas las canciones que nos enseñaban en la clase de música de la primaria. Durante esos años, escuchaba mucha música, pues en la casa había un radio en el que siempre sintonizábamos “Estéreo Cristal 101”, estación que en ese entonces presentaba como parte de su programación, gran variedad de temas instrumentales de los artistas famosos de esa época. Estoy seguro que esto me sirvió no sólo para educar el oído, sino para comenzar a formar un “archivo musical” dentro de mí. 

A la edad de 12 años comencé a tomar clases de órgano, pero aún no contaba con un teclado donde repasar mis lecciones, así que imaginaba las teclas del instrumento sobre la mesa del comedor y esa era mi manera de ensayar. Así estuve durante algún tiempo, hasta que finalmente tuve mi primer teclado. Era un Yamaha de los primeros modelos PSR que hubo en el mercado, con teclas pequeñas, 100 sonidos y varios ritmos incluidos. Yo estaba más que feliz y hasta la fecha recuerdo ese momento como uno de los mejores episodios de mi infancia. 

Pero llegó el día en que mi joven maestro ya no tenía más que enseñarme, pues aunque sabía más que yo, se podría decir que también él era principiante, así que dejé de asistir y estuve sin tomar clases por un tiempo. Afortunadamente, en 1989, se instaló en la ciudad la Academia de Música Sala Cabral, donde fui inscrito y durante 2 años estudié órgano bajo el Sistema de Enseñanza Musical Yamaha. Durante este periodo participé en algunos recitales y concursos organizados por la misma academia. 

Para entonces yo ya contaba con otro instrumento: el Órgano Electone HE-3. En junio de 1990, durante el concierto del primer aniversario de Sala Cabral, recuerdo haber visto a José Esquivel, demostrador de Yamaha, tocar increíblemente el Órgano Electone HS-7, el más destacado producto dentro de la línea de órganos electrónicos que esa compañía promovía. Era un instrumento con una línea estupenda, color negro y con características tecnológicas que en ese entonces estaban fuera de lo convencional. Por supuesto que para mí era inalcanzable, pues era un instrumento muy costoso y lo más que podía hacer era verlo en las salas de exhibición de la academia. Quién hubiera dicho que poco tiempo después el destino me concedería tener uno en la sala de mi casa. 

Un año después de esto, participé en el Festival de Órgano Electone Yamaha 1991. Mi intervención musical fue con “Matrimonio de Amor”, tema que hiciera famoso el pianista Richard Clayderman. En esa ocasión asistió como invitado especial el organista Bruno Yamazaki, quien cerró la velada musical con fantásticas interpretaciones de su autoría. Justo después de su presentación, se dirigió a todos los que habíamos participado en el concurso y nos dijo: “No se conformen con tocar sólo las canciones que sus maestros les enseñan. Compongan su propia música. Experimenten”.  En ese momento no tenía intenciones de componer, ni sabía cómo hacerlo, pero algo debió grabarse en mí, pues muchos años después y bajo circunstancias muy especiales logré materializarlo. 

En octubre de 1991 asistí a un recital que ofreció el reconocido organista queretano Manuel Dorantes, mejor conocido como “Tato Dorantes”. Él había regresado a Querétaro después de una estadía de 10 años en Chicago. No hace falta decir que sus conocimientos sobre tecnología musical estaban al día, además de que era un excelente intérprete y como pude constatarlo después, un ser humano excepcional. Tato se encontraba en Querétaro dando clases de programación de teclados, sintetizadores y órganos Electone. 

Volviendo al día del recital, entré a la sala y lo primero que vi sobre el escenario fue un impecable Órgano Electone modelo HS-6. El concierto fue increíble. Tato abrió su presentación con “Carruajes de Fuego” y yo quedé gratamente sorprendido por el sonido, la armonía y la magnífica interpretación. Cuando el concierto terminó, fuimos a saludarlo y le pedí permiso de subir al escenario para ver su equipo. Él amablemente accedió y desde entonces nos convertimos en muy buenos amigos. Tiempo después, Tato llevó a mi casa su equipo mientras hacían remodelaciones en su estudio y fue cuando aquél increíble instrumento con el que yo soñaba, ahora se encontraba en mi propia sala y ahí permaneció durante muchos años. 

Poco tiempo después Tato adquirió un nuevo y todavía más sofisticado órgano con el que yo aprendí nuevas cosas. Y para no hacer muy largo este episodio, solamente mencionaré que desde el momento que conocí a Tato Dorantes hasta que regresó a Estados Unidos, transcurrieron once años y durante todo ese tiempo aprendí muchas cosas más, pues en su naturaleza por demás desprendida, no había nada que no compartiera conmigo. Debo decir que él fue para mí un gran ejemplo de generosidad y nobleza, así como un invaluable apoyo en momentos difíciles. 

Aquí es donde llegamos al origen de mi música. Desde mucho tiempo atrás, yo tenía la inquietud de componer y aunque sabía que podía hacerlo, nunca me había dedicado a ello. Sin embargo, todo tiene su momento y en mayo de 2008 se presentó una oportunidad perfecta: mi cuñada Esmeralda, la esposa de mi hermano, estaba embarazada y como se trataba de la llegada de mi primer sobrino, sentí que sería un buen detalle componer una melodía para este bebé. Con toda la carga emotiva que este precioso evento traía consigo, me di a la tarea de iniciar la composición. 

Cuando el bosquejo de la pieza estuvo terminado, acudí al estudio de mi buen amigo el maestro Ralph García, quien me permitió grabar la versión definitiva en su piano digital. Después de esto, dediqué algunas noches para grabar en mi estudio los arreglos y otras más para hacer la mezcla definitiva. Finalmente pude presentarles la melodía concluida a los futuros papás, quienes se conmovieron mucho al escucharla.

Comencé a mostrar la melodía a algunas personas y me di cuenta del positivo impacto emocional que ésta les provocaba al escucharla. Entonces, siguiendo mi intuición, decidí incursionar en la creación de nuevos temas para grabar un disco completo con música instrumental de mi autoría. Después de un tiempo, tenía terminada mi primera producción musical a la que titulé “Nocturno Instrumental”, en la cual se encuentra incluida esa primera composición que diera inicio a esta faceta de compositor. 

Pronto pude constatar el excelente recibimiento que tuvo este primer disco entre las personas que lo escuchaban y mientras yo me dedicaba a mi trabajo habitual, iban apareciendo oportunidades de promoción que, casi sin pedirlas, se presentaban en diversas formas: un programa de radio, una entrevista, patrocinio y otras que surgían inesperadamente. 

Posterior a esta primera grabación, produje otros 3 discos que llevaron por títulos:  "Desde el silencio", "Atmos" y "Donde nacen los sueños". 

Gracias por tomarte el tiempo para leer estas líneas. Te invito a visitar las demás secciones del sitio, esperando que encuentres en mi música algo positivo.

Tuve el agrado de conocer tu música. Ella es profunda y distinta. Fue un encanto muy especial oirla. Capté tu sensibilidad maravillosa, me dice mucho de ti y de tu tierra. Emilio, ¡te felicito! Desde Argentina, te saludo y deseo ¡muchos éxitos!"

— Teresita (Argentina)