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Ninguna fuerza abatirá tus sueños… 

En cierta ocasión, un reconocido compositor publicó un comentario un tanto “negativo” acerca de mi música, pues a su parecer, ésta no era digna de ser promovida. Aquí te relato lo que sucedió. 


Recién había concluido la producción de mi segundo álbum de música instrumental y me encontraba iniciando la etapa de promoción, así que contacté al Instituto Queretano de la Cultura y las Artes (hoy Secretaría de Cultura) para solicitar su apoyo con la difusión de este nuevo disco en sus redes sociales. 

El Instituto accedió y a los pocos días colocaron en su página de Facebook una publicación en donde se invitaba a las personas a conocer la música de mi nuevo álbum, y se incluía además un enlace a mi sitio web, mediante el cual las personas podían escuchar los demos de las melodías. 


Haciendo un paréntesis, debo decir que al no contar yo con educación musical “formal”, es decir, al no ser egresado de Bellas Artes, del Conservatorio de Música o de alguna otra Institución reconocida, me sentía muy contento y satisfecho con lo que había logrado como compositor. 

Volviendo al tema, hasta ese día sólo había recibido comentarios “positivos” sobre mi música y no porque ésta fuera del agrado de todos, eso me quedaba claro; sino porque las personas a las que no les gustaba, simplemente no la escuchaban y no le daban importancia alguna, como era de esperarse. Por otro lado, las personas que sí apreciaban el género musical, me enviaban correos o me hablaban para compartir su opinión sobre las cosas buenas que mi música los hacía sentir, situación que a la fecha agradezco sinceramente. 

Sin embargo en esa ocasión, tras la difusión en Facebook de mi nuevo álbum, apareció un comentario de una persona, quien dirigiéndose al Instituto, mencionaba algo como lo siguiente: 

“Yo no sé por qué promueven esa música comercial, habiendo tan buenos compositores en Querétaro.” 

A lo que otra persona le respondía algo así: 

“¿Qué tiene de malo? Yo creo que es música muy bonita.” 

Al principio, el primer comentario me sorprendió, pues hasta ese momento nadie se había “atrevido” a criticar mi trabajo, al menos no públicamente. Sin embargo, lo tomé con calma y no emití réplica alguna, pues yo mismo consideraba estar lejos de ser un músico virtuoso y era consciente de que había compositores mucho mejores que yo. Además, pensaba que cada quien tenía derecho a manifestar su opinión y mientras ésta se expresara respetuosamente, no debería ser motivo de disgusto. Me quedaba claro que en gustos se rompen géneros y para el caso de la música no era la excepción. 

Por otra parte, al ser yo una persona analítica, pensaba: ¿qué querrá decir con “música comercial”? En el estricto sentido de la palabra, entendía que se trataba de algo que se podía comercializar y de ser así, entonces toda la música que se encontraba a la venta, sin importar el género, era música comercial. Por otro lado también pensé: ¿Y qué impide a esos buenos compositores solicitar al Instituto la difusión de sus propias obras, tal como lo hice yo? 

Finalmente el asunto ahí quedó; sin embargo, me di cuenta que aquel comentario “negativo”, lejos de perjudicarme, dio frutos positivos, pues las personas que lo leían comenzaron a visitar mi sitio web, quizás por curiosidad o para escuchar aquella música “comercial” que el Instituto de Cultura había tenido el atrevimiento de difundir. 

Sobra decir que derivado de ese comentario, muchas personas que jamás habían escuchado de mí, conocieron mi música y más aún, se pusieron en contacto conmigo para felicitarme e inclusive para adquirir alguno de mis discos. ¡Gracias! 

Posteriormente supe que la persona que emitió el comentario, se trataba de un reconocido compositor, cuyo trabajo tuve la oportunidad de escuchar y con ello entender los motivos que lo orillaron a emitir su reclamo en aquella publicación; pues efectivamente, mis sencillas melodías no se encontraban a la altura de un maestro de su nivel; ya que además de contar con un currículo impresionante, seguramente debía tener entre sus allegados a verdaderos compositores, cuyas obras, a diferencia de las mías, sí eran dignas de ser difundidas por el Instituto de Cultura. 

Ha pasado el tiempo y yo sigo componiendo mi música y mucho me temo que lo seguiré haciendo mientras Dios me preste salud y vida. Hoy, es muy gratificante ver que aún con mis limitados recursos musicales (e incluso tecnológicos), cuento ya con cuatro álbumes de mi autoría y más gratificante aún, es ver el impacto positivo que mi música ha tenido en las personas que gustan de este género musical. 

Sin afán de presumir, quisiera platicarte también que poco tiempo después de aquella experiencia, recibí en mi sitio web otro comentario; esta vez en las amables palabras del reconocido músico queretano Diego de Cossío, quien mencionaba lo siguiente: 

“La música de Emilio Mejía Luarca es de ligas mayores. Yo como queretano de nacimiento me siento muy orgulloso de tener un colega cuya música le habla directamente al corazón. Vaya una sincera felicitación a un gran ser humano que enriquece con su música a nuestro querido planeta Tierra.” 

Debo decir que todos los comentarios que las personas me comparten son muy valiosos para mí; pero recibir un comentario tan positivo, de alguien que sabe de música, es doblemente gratificante, pues ello me indica que en mis composiciones hay elementos musicales que están llegando al corazón de las personas y eso me llena de satisfacción y me motiva a seguir adelante. 

Ya para concluir, quisiera compartir la historia que en alguna ocasión me platicó un amigo músico y que justamente, también está relacionada con críticas malintencionadas. Aquí te comparto un fragmento de ella: 

Resulta que a muy temprana edad, mi amigo se vio en la necesidad de trabajar amenizando eventos sociales en Querétaro. 

En una ocasión, siendo él aún muy joven, se encontraba tocando su primer órgano en un evento, cuando pasó por ahí un reconocido pianista, quien contaba con mucha más experiencia y tras escucharlo, se acercó a mi amigo y sin sensibilidad alguna le dijo algo como esto: “Deberías vender tu instrumento y poner un puesto de semillas, porque como músico no tienes futuro.” 

Cualquiera pensaría que la maldad vertida en ese comentario tendría un impacto negativo muy profundo en un joven que apenas iniciaba su carrera como músico; sin embargo no fue así y para no hacer el cuento largo, solamente mencionaré que hoy por hoy, mi amigo es consultor para Yamaha USA, además es uno de los creadores de los exitosos paquetes de estilos latinos para la línea de teclados Arrangers de la misma marca y por si fuera poco, uno de los mejores organistas que ha dado Querétaro. 

Me gustaría concluir este post, retomando la inspiradora frase del poeta Atahualpa Yupanqui, que aparece en la imagen de este post y que acertadamente nos dice: 

“Ninguna fuerza abatirá tus sueños, porque ellos se nutren con su propia luz y se alimentan de su propia pasión.” 

Gracias por leer este artículo. ¡Hasta la próxima! 

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